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lunes, 24 de enero de 2011

La incultura del tránsito

Sara Arellano
Para quienes vivimos en el Distrito Federal es bien sabido por todos y cada uno de los que alguna vez hemos puesto un pie fuera de nuestras casas que la ciudad de México es un caos.
Que salir de buenas, con una sonrisa en el rostro, y saludar hasta al vecino que no es precisamente tu amigo e intentar llegar al trabajo, a la escuela o a donde sea, con esa misma sonrisa en casi imposible.
Pues el salir a la calle lo primero que encuentras es agresión, desde un claxon, una mala palabra, hasta un choque o te ves a ti mismo o algún congénere a punto de ser atropellado.
Sé qué en toda el área central, donde laboro, es una de las zonas más transitadas y por lo tanto más peligrosas, pues sea en un vehículo o caminando, es preciso cuidarse de quien va en sentido de la calle, el transporte de contra sentido, los que vienen en las calles en diagonal, quien dará vuelta y por si fuera poco hasta de las bicicletas.
Diario me toca el cruce Reforma – Bucareli, una esquina tremendamente peligrosa, porque los carros y las personas vienen de todos lados.
Un elemento, de esos de chaleco y gorra amarillo “mírame a fuerza” o tradicionalmente llamados “agente de tránsito”, es todo menos eso. En lugar de beneficiar el tránsito y enseñar una cultura del buen conducir, llega a poner desorden y no sólo eso, pone en riesgo la vida tanto de peatones como de conductores.
Todos sabemos que un semáforo verde significa avance continuamente, en amarillo es CUIDADO!!!  Está por cambiar a rojo y mejor empiece a frenar para que cuando esté el rojo esté usted en alto total.
Pero que hacen la mayoría de los incultos del tránsito, ven el amarillo y parece que significa, “métale a 200 o no alcanza a pasar”, y peor aún, todos saben que por lo menos hay dos segundos de gracia en lo que después del alto de unos, se ponga el siga de los otros, entonces aún cuando el semáforo ya está en rojo se pasan.
Ese individuo de chaleco y gorro amarillo debe detener a los autos cuando el semáforo se torna amarillo y asegurarse que cuando esté en rojo todos estarán en alto total, garantizando que tanto transeúntes como los carros que van en calles perpendiculares no chocarán en cuanto se torne su semáforo en verde, pues ellos tampoco estarán dispuestos a esperar más para que sigan pasando quienes ya tienen alto sacrificando valiosos segundos de su siga.
Pero que hace este “maravilloso” elemento situado en reforma y Bucareli, pues todos los que vienen de la calle de Rosales para tomar Bucareli o Juárez, siguen pasando diez segundos después de que el semáforo está rojo, y todo porque el de tránsito le dijo que podía pasar.
Mientras los que vienen de reforma en dirección a Juárez, aceleran, pero todavía no han terminado de pasar los de Rosales, entonces empiezan los cláxones, y obvio la gente que va a cruzar la avenida, tampoco puede hacerlo, sino hasta 20 segundos después de que estuvo el siga para ellos.
Y qué decir de la extraña hora en donde en ese punto no pasan carros por Reforma, tan sólo uno de los camiones del Circuito Bicentenario, que pasan cada 5 minutos.
Resulta que está el siga para Reforma, pero el alto para quienes vienen de Rosales, pero no hay carros en Reforma y sí en Rosales, ah pues también el siga del peatón de Juárez-Reforma esta en siga, pero el oficial jamás volteo a ver al peatón, o sea que le da la señal a Rosales para avanzar, y si el de Rosales no avanza, el oficial se molesta y lo obliga a avanzar, y ¿qué pasa? Pues nada más y nada menos que un ATROPELLADO en Bucareli, por la inculta y estúpida decisión del “respetable agente de tránsito”.
Este individuo no sólo ha dejado de cumplir su labor como preservador de la integridad física y seguridad de las personas, sino que jamás volteo a ver al peatón y peor aún, se olvidó de lo más importante, respetar el semáforo, y provocando miles de accidentes hasta la muerte.
Entonces si no son de utilidad, ¿qué hacen ahí?, deberían de ponerlos en algún lado en donde por lo menos no estorben o causen daños a terceros.

viernes, 21 de enero de 2011

¿Culpable o inocente?

La  verdad es que el mal llamado “caso Kalimba” me tiene harta. El tipo es tonto a más no poder. Pues hace unos días, Carlos Loret, en mandato de Televisa, le dio la oportunidad de salirse del problema con su imagen limpia, pero este individuo es tan inculto e iletrado que no supo defenderse y sólo logró cavar tu tumba un poco más abajo.
También, pues si lo que querían estos señores de la televisora, que se las saben de todas todas, es que Kalimba no hiciera el ridículo, lo hubiesen asesorado, el no sabía de eso, y menos los términos legales, pero qué va, creo que no sabía ni lo que significaba “haber tenido relaciones sexuales”.
En fin, Kalimba se presentó y se hundió sin ayuda externa, él solito lo logró. ¿Pero tanto relajo?, haber quitémosle nombre a los personajes, y olvidemos por un momento que se trata de un personaje famoso y una niña de escasos recursos.
Este es el caso, un individuo de género masculino y mayor de edad que fue a trabajar a un antro, y una adolescente que ese día fue de edecán en el mismo antro.
Ambos toman unas copas de más, que pudieron o no haber acompañado con estupefacientes de otro tipo. A la niña le parece un tipo encantador aquel DJ, y wow, la invitó a escuchar su música.
Pues va a su habitación, inicia un beso, otro beso, y ella dice “oye no, sabes qué, ya no me gusto, ya no quiero”, él debe respetar y retirarse. O la otra opción, sí, sí quiero, pero no olvidemos que ambos tienen alcohol en la sangre y posiblemente otras sustancias.
En el caso de que efectivamente haya sido sexo consensuado, si ella no estaba en todas sus facultades y con todos sus sentidos alerta, también se trata de una violación, pues está aprovechando que ella puede decir que sí fácilmente.
Una opción más, supongamos hay cero alcohol, cero drogas y solo una enorme atracción de los dos, Ojo, llámese “Kalimba” o DJ “X”, y es “guapísimo”, es más grande que ella, y el “coco wash” también aplica, aquí el individuo se está aprovechando de su mayor experiencia para convencerla.
Ahora, violación o sexo consensuado, la chica es menor de edad y el individuo lo supiera o no, no es justificación, bien dicen los reglamentos y legislaciones “el desconocimiento de la ley no exime su incumplimiento ni la sanción”.
Por lo tanto un minuto de calentura, le puede arruinar la vida y la carrera, por eso hay que pensar antes de actual o pedir IFE, de plano. Y siempre, siempre, respetar la decisión de la otra persona.
Kalimba es culpable, si no de violación, pues por lo menos sí de estupro y tanto con la que denunció como con su amiga. De cualquier manera el siempre tuvo ventaja sobre ella y la presión pudo haber sido física, sicológica o de plano si haber abusado de ella cuando ella estaba dormida o ligeramente inconsciente por las sustancias previamente injeridas.
Las leyes deben de aplicarse como si se tratara de un DJ no famoso y no darle privilegios de tipo alguno.
Dicen las pruebas médicas y periciales que ella tenía desgarros vaginales y anales ¿no?, ok, ¿qué más prueba se necesita?
Kalimba tuvo sexo con ella, siendo menor, y la forzó, pues si no hubiera sido así no habría desgarres.
Kalimba es culpable de estupro contra las dos menores y muy probablemente de violación contra la chica que demanda.
Ahí acaba el problema con el cantante. Y ahora, qué pasa con el antro debe haber una sanción también para el lugar, pues ¿cómo que vende bebidas a menores? Y también una para los responsables de esta menor. Pero esa ya es harina del costal de junto.