Sara Arellano
¿Cuántas veces platicando informalmente con más de una persona a la vez hemos hecho una pregunta dirigida y esta es contestada por otro de los interlocutores?
Esto se llama descalificar al otro, decirle inconscientemente "tu no vales, tu palabra no es importante".
Sin embargo, el agraviado a veces ni siquiera se entera de la falta de respeto hacia su persona, y asume como buena la respuesta que otro dio en su nombre.
Esto pasa muy a menudo con los hijos, al ser menores de edad, pocas veces sus "responsables", llámense padres o tutores, los dejan opinar aun sobre sus propias preferencias desde el conocido ejemplo en donde van a la tienda y le dicen al niño " ¿qué quieres?" y cuando éste responde, hay una respuesta del adulto afirmando " eso no te gusta".
Pero esto no es lo más grave, sino cuando ya involucra otras cosas como la elección de carrera, es decir a lo que una persona dedicara su vida completa.
Algo así presencie el domingo pasado con una tía que regresó de Aguascalientes con su hijo, mi primo.
Teníamos unos cinco años de no verlos, todos le hacíamos preguntas, pero otra de mis tías, y saben esas personas que siempre tienen la razón, aún cuando es evidente que están equivocados , contestaba todo por él, y eso que mi primo ya es un adolescente de 13 años ¿eh?.
Esta no es la única vez que esto ocurre, es muy común encontrar estos casos, con conocidos, familiares o hasta en nuestra propia casa, y tenemos que estar muy pendientes que todas las calificaciones y descalificaciones que se le hacen a un niño son decisivas para formarlo como persona.
Al final, si desde pequeños no se les da la oportunidad a las personas de explorar sus gustos, preferencias y demás cosas, no esperemos que el día de mañana sean capaces de tomar decisiones importantes en su vida o cuando menos sean seguros de sí mismos, si durante su etapa formativa nos la pasamos descalificándolos y tratándolos como si fuesen seres sin capacidad de razonamiento.
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