En medida que crecemos pareciera que el espíritu navideño se pierde. El año pasado no sentí tanta emoción como antes solía ser, y este año fue aún menor.
Apenas fue diciembre 1, y me apuré a buscar todo lo de Navidad para poner el arbolito, los foquitos, las botas, y demás decoraciones en casa, ¡vaya! Hasta unas cortinas navideñas tenía pensado comprar para la sala, y que todo fuera empalagosamente navideño.
Algunas cosas pasaron en casa y perdí la ilusión.
Cuando mi mamá me preguntó si iría con ella para buscar las cortinas, le dije no ya no haré nada, e incluso pensé en ir a otra parte esas fechas, pues la importancia se había perdido para mí.
Cuando mi mamá me preguntó si iría con ella para buscar las cortinas, le dije no ya no haré nada, e incluso pensé en ir a otra parte esas fechas, pues la importancia se había perdido para mí.